En esta etapa los signos y síntomas del cáncer han disminuido o desaparecido y el enfoque se centra en el monitoreo continuo para detectar posibles recurrencias, la gestión de efectos secundarios a largo plazo y la adaptación a la vida después del tratamiento del cáncer. También se aborda la importancia del apoyo emocional y del mantenimiento de un estilo de vida saludable para promover el bienestar general y la prevención.